Copa menstrual: una alternativa amigable con el planeta
Por Manuela Herrera
En el marco de una sociedad con mayor conciencia ecológica, esta posible solución a la generación de residuos está ganando popularidad.
El uso de plásticos se ha vuelto en el último tiempo un tema relevante entre las diferentes problemáticas medioambientales. Dentro de los más afectados por la utilización de este material se encuentran los océanos, que reciben cerca de 12 millones de toneladas de basura por año, el equivalente a 1200 veces el peso de la torre Eiffel. Esta situación trae importantes consecuencias que van desde la pérdida de biodiversidad hasta la posibilidad de que micropartículas de plástico ingresen sin darnos cuenta en nuestra cadena alimenticia, pasando por otras cuestiones como la generación de islas enormes de plástico y la contaminación del aire generada por su producción y su quema que contribuye al efecto invernadero. Argentina se encuentra entre los treinta países que más residuos plásticos tiran al mar.
Gracias a que existe cada día una mayor conciencia de la importancia de encontrar iniciativas que nos ayuden a llevar una vida menos perjudicial para con la tierra, se han desarrollado algunas posibles soluciones que generan una reducción en nuestro consumo de plásticos. Una de ellas es la utilización de la copa menstrual.
La copa menstrual es un producto sanitario hecho de silicona que se inserta en la vagina durante la menstruación y recoge el flujo de sangre en lugar de absorberlo. Debe ser vaciada entre cada cuatro y doce horas. Es una alternativa reutilizable, ya que cada copa puede durar hasta diez años apróximadamente. Los talles varían según edad y partos vaginales. Las copas menstruales comenzaron a fabricarse de manera industrial en la década del 30, pero recién en los últimos años se volvieron más conocidas, gracias al cambio de algunos materiales que aumentaron su comodidad y también a la existencia de una mayor conciencia ambiental.
La primera investigación en profundidad sobre la copa menstrual fue publicada en la revista británica de medicina The Lancet y asegura que, si bien es necesario realizar más estudios sobre el tema -principalmente sobre las ventajas a nivel ambiental-, la misma es una alternativa segura para utilizar durante la menstruación. Sin embargo, también en ella se recalca que aunque este producto sanitario actualmente se encuentra disponible en 99 países, todavía hay mucho desconocimiento en cuanto a su uso. Según Carolina Zotta, creadora y una de las actuales administradoras de la cuenta de Instagram @vivalacopita, “hoy por hoy las experiencias de las personas que usan la copa son la principal fuente de información”. El Instagram de @vivalacopita contiene mucha información para aprender a usar y eliminar dudas sobre la copa menstrual. Aproximadamente el 70% de las mujeres que probó la copa continuó usándola después.
En cuanto a sus ventajas, el cuidado al medioambiente y la conveniencia económica son las principales. Según el estudio de The Lancet durante un período de 10 años, una sola copa menstrual cuesta aproximadamente entre un 5% y un 7% de lo que se gastaría en la compra de toallitas o tampones, respectivamente. A su vez durante este mismo período se estima que la copa genera un 0,4% de los residuos de plástico producidos por el uso de toallitas y sus envoltorios y un 6% de los provocados por el uso de tampones. “El impacto ambiental no es sólo de la basura que queda, sino también todos los insumos naturales que se usan en la fabricación de los productos”, asegura Zotta. Se estima que 132 mil toneladas de toallitas y tampones se desechan anualmente. Cada uno de estos artículos tarda entre cien y quinientos años en degradarse.
Otro beneficio importante, aunque un poco menos conocido, es lo confortable que resulta la utilización de la copa menstrual. Josefina, usuaria de la copa, así lo afirma al compartir su experiencia: “Elegí comenzar a usar la copa porque mi hermana la usaba hace un par de años. Ella es bailarina y me decía que la diferencia con las toallitas era la comodidad para hacer actividad física. Yo corro, y las toallitas me eran muy incómodas para entrenar. Además de que tengo la piel hipersensible y siempre me terminaban lastimando con el roce cuando corría”. Asimismo, la copa no absorbe la humedad vaginal y está hecha de materiales que no generan olor, a diferencia de otros productos menstruales.
Además, según opina Zotta, la copa menstrual es “una herramienta de autoconocimiento”, porque genera en quien la usa la necesidad de replantearse cómo vive su menstruación. “Nos abre la puerta a un montón de preguntas que nunca nos hicimos y que llevan a una conexión con el cuerpo que no todo el mundo tiene”, dice la creadora de @vivalacopita.
Es cierto que usar la copa menstrual también presenta desventajas. En primer lugar, puede llevar un tiempo el acostumbrarse a ella, resultando incómoda y complicada de colocar y extraer en un principio. Además, al vaciar la copa es necesario lavarla, lo que hace que cambiarla en baños públicos sea un tanto difícil. Si bien a largo plazo es una opción conveniente en lo económico, su precio es bastante elevado: en Argentina no baja de los mil pesos. Carolina Zotta explica que la copa, si es de buena calidad, es un producto caro de fabricar, entre otras cosas porque sus materias primas son caras. Esto hace que no resulte accesible para todo el mundo. “Si hay políticas estatales que puedan llegar a ayudar a marcas nacionales a desarrollar una copa, pueda ser algo que esté más difundido y más entregado en masa, en cantidad”, declara. Y agrega: “Se necesita una articulación entre distintos espacios de salud para que la copa pueda ser llevada y utilizada en nuevos contextos”.
Hasta hace poco, los profesionales de la salud prácticamente no hacían referencia a ella. “Ha sido una lucha que los médicos la evalúen como una opción”, reconoce Carolina Zotta, y agrega que lo que se busca no es que la copa sea la alternativa más difundida, sino que tenga la suficiente divulgación como para que se cuente con la posibilidad de elegirla.