Irritabilidad, aislamiento y cambios en alimentación pueden ser signos de depresión en adolescencias

by Sabrina Garcia | 12 de enero de 2024 12:49 PM

Por Florencia Vaveluk

Irritabilidad, aislamiento, pérdida de interés, problemas de concentración, abandono del cuidado del cuerpo y cambios en la alimentación, son algunas manifestaciones “normales” en la infancia y en la adolescencia, pero que, si se acentúan o prolongan en el tiempo, son motivo de consulta con profesionales de psicoterapia, destacaron hoy especialistas en salud mental en el marco del Día Mundial de Lucha contra la Depresión que se conmemora mañana.

Junto con la ansiedad, la depresión representa casi el 50% de los trastornos mentales entre niños, niñas y adolescentes de 10 a 19 años en América Latina y el Caribe, según datos publicados en 2021 por Unicef.

En este sentido, la depresión puede manifestarse a través de su forma patológica como trastorno, o bien en forma de “estados depresivos” tanto en la edad pediátrica como en la adolescencia, explicó Liliana Moneta, especialista en psiquiatría pediátrica y presidenta de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM).

A diferencia de la niñez, en la que empiezan a verse los “primeros esbozos de la personalidad”, durante la adolescencia y el período en que se desencadena la pubertad, Moneta señaló que “los traumas de la infancia afloran, es un periodo de mucha vulnerabilidad, un proceso de duelo y con determinadas situaciones a elaborar”.

Por ello es que los indicios de la depresión o de los estados depresivos en niños, niñas y adolescentes no necesariamente son los mismos que manifiestan los adultos.

En la edad pediátrica, algunos signos de depresión se manifiestan a través de desregulaciones emocionales como el “llanto inmotivado, la baja tolerancia a la frustración, dificultades para dormir, irritabilidad, o pérdida en algunos logros de autonomía”, enumeró la pediatra y especialista en psiquiatría infanto-juvenil Silvia Ongini.

“Lo que se suele llamar berrinches, a veces es simplificar que un niño o una niña está padeciendo algún grado de sufrimiento o de un malestar profundo que no pueden poner en palabras”, especificó la profesional del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas.

En la adolescencia se identifican estos patrones junto con el desgano o pérdida del interés, el aislamiento, el abandono de las prácticas de higiene y cuidado del cuerpo, el insomnio y cambios en la alimentación que involucran el aumento de peso o la restricción alimentaria.

También son signos el juego compulsivo, las autolesiones -como cortes en el cuerpo, tirarse del pelo o golpear la pared- y el consumo de sustancias, por lo que “la primera detección es en el hogar”, destacó Moneta.

Al respecto, el psicoanalista especializado en niñas, niños y adolescentes Miguel Tollo agregó que “si bien muchas de estas manifestaciones son ‘normales’ tanto en la niñez como la adolescencia, cuando esto lleva un cierto tiempo y se acentúan, o si el niño o adolescente no sale de esa situación, es un motivo de consulta”.

“En la adolescencia sobre todo, la depresión puede aparecer como estados depresivos, no tanto como una patología, sino como un humor. Esto se debe a que el adolescente deja una franja de edad que es la infancia, segura, resguardada bajo la dependencia de los padres y pasa a una promesa de un futuro o bienestar como adulto”, dijo Tollo, miembro de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA).

Según una investigación internacional realizada por Unicef en el primer semestre de 2021, uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años afirmó sentirse deprimido o tener poco interés en realizar alguna actividad.

Para Moneta, que trabaja hace más de 35 años en consultorio con niños, niñas y adolescentes, durante la pandemia por Covid-19, el aislamiento social en personas de esta franjas etarias que tenían padecimientos previos provocó la “exacerbación de estos padecimientos, que al recluirse derivó en un conflicto mayor”.

“El aislamiento social fue traumático, ya que quebró el orden establecido”, sostuvo la especialista, quien destacó el impacto de la “incertidumbre” sobre los proyectos de los adolescentes.

En el mismo sentido, Tollo destacó que no solo la pandemia tuvo repercusión en este tipo de cuadros, sino que actualmente también “cierta desazón en el rumbo del mundo provoca un panorama negativo en el futuro”.

“El adolescente necesita salir y estar en contacto con otros y otras, lo que junto a la promesa de un futuro y bienestar como adulto, ayudan a sobrellevar ese duelo por abandonar la infancia”, destacó.

A su vez, las redes sociales también cumplen una función sobre la construcción de subjetividades en las infancias y adolescencias, al tener un rol “multiplicador o amplificador de los estados de depresión o de ansiedad en los adolescentes”, que aún no se pudo calcular.

“Esto se debe a que se viven con el mismo peso que tendría una expulsión o un maltrato o un bullying en la presencialidad”, afirmó Ongini.

En relación al abordaje, ya sea de los estados depresivos o de la depresión como patología, hay diversos tipos según el trastorno depresivo y en función también de la gravedad y los motivos. Estas intervenciones pueden incluir psicoterapia individual, familiar, hasta la prescripción de fármacos según cada caso.

Sin embargo, los especialistas coincidieron que en todas las oportunidades el acompañamiento comunitario o “en red” es fundamental. “Cuando se trabaja con adolescentes es muy importante que se incentive el contacto con otros y otras en una red de sostén. Todo eso sería el sostén comunitario que ha venido flaqueando en los últimos tiempos, pero no deja de ser una pauta a seguir”, indicó Tollo.

Y ejemplificó: “Está bien que se pueda jugar en forma remota, pero esto no reemplaza el encuentro cuerpo a cuerpo efectivo con los otros y las otras”.

Finalmente, Ongini concluyó que es posible “dar respuesta, contención y espacios de tratamiento para todos los niños, niñas y adolescentes que puedan estar pasando un sufrimiento que los lleve incluso a la pérdida del sentido de la vida o de la capacidad de disfrutar, de aprender, de crecer y de establecer vínculos adecuados”.

Fuente: Télam

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