22 diciembre 2024, 00:03 AM




Leaf Social, reciclar materiales para crear productos con historia

Leaf Social, reciclar materiales para crear productos con historia

Por Manuela Herrera

Con silo bolsas y otros residuos como punto de partida, este emprendimiento busca crear productos sustentables que reduzcan la generación de basura y en su elaboración también tengan en cuenta la inclusión social.

Catorce productos de Leaf Social descansan sobre una mesa alta de madera clara. Sus colores -blanco y negro- contrastan entre sí, su textura brillosa llama la atención. Pero quizás lo que más resalte de todo aquello llegará después, cuando Macarena y Ariel expliquen qué hay detrás de cada bolso y de cada cartera: un proceso que incluye materiales reciclados, diseños pensados en profundidad, talleres sociales en la realización, piezas siempre diferentes. E historias.

Macarena se desempeña como Marketing Manager y Ariel  es especialista en e-commerce en Leaf. Este emprendimiento del que ambos forman parte trabaja junto con cooperativas y talleres en distintos puntos de Buenos Aires y además utiliza un taller en San Fernando como depósito para sus productos elaborados con materiales reciclados.

Aunque carteras, mochilas y hasta loncheras hechas de silo bolsas son algunos de los artículos principales, la producción es variada e incluye  cuadernos intervenidos 100% de materiales reciclados y alpargatas cuya huella de carbono próximamente buscará ser neutralizada a través de la plantación de nativas.

Leaf Social cuenta con puntos e-commerce de venta -a través de Mercado Libre y Tienda Nube- con envíos a todo el país y tiendas físicas en el Club de Emprendedores de San Fernando (Sarmiento 1271) y el de San Isidro (Av. del Libertador 18270).

–  Si bien ambos se incorporaron de manera posterior, ¿cómo surge Leaf?

Macarena: Leaf surgió en principio con calzado: empezaron con zapatillas que tenían la suela hecha con caucho de neumático. Después empezó a migrar a todo lo que era la producción de accesorios de moda. Ahí fue cuando nace, en 2019, Silobag. La idea surge al ver tanto desperdicio de silo bolsa: por año se desperdician casi 12.000 toneladas más o menos y no hay una disposición gubernamental final para ese descarte. Investigando Anthony, que es ingeniero agrónomo y uno de los socios fundadores, tiene esta idea. Es un material completamente resistente e impermeable, por qué no darle un segundo uso siendo un buen material. Y ahí empieza a entrar toda la parte social. Hoy en día estamos trabajando con más o menos seis talleres sociales; todos trabajan con gente en situación de vulnerabilidad y reinserción social. Junto a los talleres y la parte de producción se capacita para trabajar con estos materiales que son bastante particulares. La silo bolsa en general representa todo un desafío, no todos están acostumbrados. ¿Cuántas veces vos tocaste una silo bolsa? Es muy raro que uno toque esos materiales. La idea es que varios talleres sepan hacer un producto para tener también rotación, que siempre tengan trabajo. Y la parte económica es también la reinserción de los materiales en productos y concientizar a consumir responsablemente, no comprar por comprar.

– ¿Cómo es trabajar con este tipo de materiales?

M: Es todo un desafío porque la gente no está acostumbrada al material. Desde el lado de redes y de las páginas web siempre tratamos de concientizar, de explicar el material. Porque al ser material de un solo uso cuando nosotros lo reinsertamos en la sociedad, ya viene con marcas, ya viene con texturas. Y muchas veces la gente se impacta al verlo. Hoy por hoy el mercado se está ampliando porque la gente está tomando cada vez más conciencia, está investigando más, está entendiendo más de los materiales, aceptando esto de que vengan con marcas. La silo bolsa lo que tiene es que se puede intervenir del lado blanco con marcadores indelebles, se puede intervenir y borrar y volver a intervenir. Muchas madres o padres se llevan los productos en blanco para que los chicos las intervengan. Nosotros decimos que cada producto es único. Si bien el modelo es el mismo, cada producto es único porque cada material tiene su marca, tiene su historia, entonces cada uno es único realmente.

Ariel: Para mí lo más importante es que, como dice Maqui, las marcas son una historia del producto: te cuentan la historia de dónde vino, dónde estuvo, qué es lo que le pasó. Parece que no, pero tiene una historia donde fue manejado por diferentes personas y después eso es lo que a vos te llega; eso es lo que tratamos de transmitir. No estás llevándote un producto, te estás llevando una historia. Una historia ambiental, una historia social… hay algo más allá del producto, hay todo un detrás. Desde el equipo de marketing y producción se hace también la selección de qué productos se van a realizar. Lo que se trata de hacer es un estudio de mercado donde se vea cuáles son las necesidades de las personas para no hacer productos por hacer y que no se genere una sobreproducción.

M: Aparte no todos los productos se pueden hacer con todos los materiales. Hay como todo un tema ahí con los talleres también porque ellos son quienes te hacen una muestra y te dicen si se presentaron dificultades.

– ¿Cómo es el proceso desde que llegan las silo bolsas hasta que está terminado el producto?

M: Así como llegan después de su uso, nosotros nos dedicamos a reacondicionarlos: lavarlos, limpiarlos, pasar por el taller, cortarlos. Mucha gente nos pregunta ¿cómo que hacer un producto de materiales reciclados es más caro? No, no es que es más caro, es que hay todo un proceso.

A: Estos productos se hacen uno a uno en diferentes talleres. No es que un taller hace todo y eso también hace que obviamente los productos tengan cierto valor.

M: Trabajamos con bastantes proveedores de silo bolsa que trabajan con IpesaSilo. Con ellos tenemos un contrato y los trabajadores del campo cuando terminan de utilizar el material nos lo mandan a nosotros. Lo recibimos, se corta, abrimos esos rollos, se hace un primer corte y se va fraccionando para que sea más cómodo el proceso de limpieza, se pasa primero un trapo para sacarle la primera capa de tierra, se deja secar, se vuelve a pasar otro trapo, se deja secar y se vuelve a pasar otro trapo. Esto se hace tanto del lado blanco como del lado negro. Una vez que está seco, se termina de fraccionar en paños más o menos de dos por dos, para que sea más cómodo para el proceso de moldería. Se manda a uno de los talleres donde hacen todo el proceso de corte y de ahí ya se manda a la confección. Así con todos los materiales.

– ¿De qué manera intentan comunicar todo esto?

M: Tratamos de generar una omnicanalidad para que la gente entienda todo lo que hay detrás. Desde redes se suben posteos contando sobre los talleres, contando quién confeccionó los productos. Tratamos de ir a visitar los talleres todo lo que se pueda para conocerlos, para grabar, para generar contenido. Tratamos de visibilizar eso y de siempre acompañar a los talleres. Además, también nos parece importante plantear algunas preguntas. ¿Te frenás a pensar antes de comprar algo? ¿Dónde está hecho? ¿Quién lo hizo? ¿Cuál va a ser su disposición final? ¿De dónde viene el material? Tratamos de acompañar siempre por ese lado desde redes.

–  ¿Tienen algún proyecto nuevo a futuro?

M: Volvimos a trabajar el año pasado con las alpargatas en diciembre más o menos. Empezaron con tela de lona y después siguieron las Feel Free que son con la tela de vestidos de novia. Están hechos en talleres sociales sí, pero como la parte ambiental no está reflejada en el producto, más allá del packaging, la idea es plantar árboles nativos de las regiones. Para potenciar también todo ese lado y decir “por lo menos si bien el producto en sí ecológico no tiene nada nosotros compensamos nuestra contaminación por ese lado”.

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