by Sabrina Garcia | 22 de marzo de 2023 12:03 AM
Más allá de los bienes y servicios que otorgan, los bosques nativos y las plantaciones forestales son los reservorios de carbono más importantes que posee el planeta. Según el Sexto Informe del IPCC, se estima que a escala global la cantidad de carbono presente en la biomasa viva de la vegetación es de entre 450 y 650 gigatoneladas.
Con una gran variedad de ecosistemas, los bosques nativos están distribuidos en todo el territorio nacional, desde selvas subtropicales –en el norte– hasta bosques subantárticos –en la Patagonia austral–, y brindan múltiples servicios ecosistémicos, como producción de alimentos, agua y madera, regulan el clima, controlan la erosión, colaboran en la formación del suelo y tienen valor recreativo y de belleza escénica, entre otros aspectos.
Los sistemas forestales tienen la capacidad de captar el dióxido de carbono (CO₂) de la atmósfera y, gracias a un proceso químico complejo, generan un subproducto vital: el oxígeno. Según el Sexto Informe de Evaluación del IPCC, se estima que a escala global la cantidad de carbono presente en la biomasa viva de la vegetación es de entre 450 y 650 gigatoneladas. Sin embargo, estos importantes reservorios de carbono no son inmune a la huella que genera la actividad humana y al cambio en el uso del suelo, por ejemplo. Por esto, es fundamental la gestión forestal para garantizar que los bosques sigan cumpliendo su función como reservorios de carbono, además de los bienes y servicios ecosistémicos que otorgan a la sociedad.
“Perder bosques es también perder la capacidad de fijar carbono en un marco de cambio climático”, subrayó Pablo Peri, coordinador del Programa Forestal del INTA, y agregó: “Por eso es necesario incorporarlo a la matriz productiva como un proveedor de servicios ecosistémicos, especialmente en lo que respecta a la producción forestal, porque un bosque bajo manejo forestal maderero sustentable fija carbono”.
En este sentido, Peri ejemplificó que con manejo silvícola el bosque del Parque Chaqueño puede fijar alrededor de 0,26 toneladas de carbono por hectárea al año, los bosques patagónicos de ñire 0,45 toneladas de carbono por hectárea al año, la selva misionera hasta 3,25 toneladas de carbono por hectárea al año y la región del monte con algarrobales 0,17 toneladas de carbono por hectárea al año.
Sin embargo, si al manejo de los bosques le sumamos la integración con la ganadería, los resultados positivos se multiplican. “El Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI) es una propuesta de manejo que provee recursos productivos –carne, forrajes y madera– y a la vez brinda servicios ecosistémicos que ayudan a minimizar el cambio climático, la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad”, señaló Peri.
Con respecto a la capacidad de fijación de carbono, Peri describió las ventajas que aporta la integración de árboles con ganadería (vacas, ovejas, cabras). “Por ejemplo, el MBGI en bosques de ñire puede triplicar la tasa de acumulación de carbono, en comparación con un sistema productivo ganadero sin árboles”, ejemplificó.
Entendida como una actividad estratégica, el desarrollo de los sistemas silvopastoriles (SSP) con bosques cultivados se presenta en las provincias de Misiones, Corrientes, Neuquén y la zona del Delta Bonaerense del Río Paraná, mientras que la implementación de los SSP en bosque nativo se concentra en la región Patagónica y en la región Chaqueña, con un crecimiento en otras regiones como el Espinal y el Monte.
En la Argentina, la planificación del sistema silvopastoril, no solo considera el rol de la ganadería integrada con los árboles -nativos o cultivados-, sino que además, incluye el componente social, que se refiere al productor y al entramado de actores políticos, institucionales, del mercado y del sector científico-tecnológico.
De hecho, en 2015 se firmó un convenio marco entre los ex Ministerios de Agroindustria y de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación para la implementación de un acuerdo técnico y de articulación de políticas públicas sobre “Principios y Lineamientos Nacionales para MBGI”. Se trata de una forma concreta de ver el ‘gran sistema’, donde la política pública tiene un rol muy importante en la gestión de las modalidades de uso del suelo y sus implicancias sobre la sociedad. En este punto, el MBGI propone el manejo integral del ecosistema, como una herramienta de desarrollo frente al cambio de uso del suelo, donde se incluye al bosque nativo en la matriz productiva, como un agente proveedor de servicios ecosistémicos, especialmente en lo que respecta a la producción ganadera y forestal.
Fuente: INTA
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