¿Por qué es importante el Censo Nacional?
Por Diego Pando*
En 1853, una fuerte epidemia de cólera atacó a Londres, una de las ciudades de ese entonces más pobladas y con mayor índice de urbanización del mundo. Sólo en el barrio de Soho, de medio kilómetro de diámetro, se produjeron cerca de 700 muertes en menos de una semana. Las autoridades creían que la propagación de la enfermedad se daba a través del aire contaminado con olores hediondos producto de los desechos industriales y de la población. Sin embargo, John Snow, un médico anestesiólogo local, logró descubrir que los contagios se producían de una manera diferente a partir de la utilización de un mapa sobre el cual empezó a georreferenciar el lugar de residencia de las personas que habían muerto. Producto de este trabajo de campo, Snow pudo confirmar que las víctimas habían ingerido agua de una misma bomba pública. Dado éste descubrimiento, el médico pudo convencer a las autoridades que debían clausurar esa fuente de contagio para evitar la propagación de la epidemia. Ese método geográfico conocido como “mapa del cólera” marcó el comienzo de la epidemiología moderna. De no haber contado con este descubrimiento, consecuencia de un “nuevo” método / tecnología de geolocalización, las autoridades de entonces hubiesen tomado un camino equivocado en la gestión de la crisis.
Pasaron casi 170 años de esta historia que constituyó un punto de inflexión para demostrar la importancia del uso de datos como evidencia para la toma de decisiones públicas. Aquí radica la importancia crucial de un censo para la elaboración de políticas públicas: los datos que surgen de un operativo censal permiten ir más allá de las intuiciones y robustecer el diseño y la implementación de políticas públicas a partir de la evidencia empírica.
Si bien es cierto que los datos censales también son utilizados por empresas y organizaciones de la sociedad civil para investigar, planificar y llevar adelante proyectos basados en información oficial, lo cierto es que el Estado es productor y principal consumidor de estos datos para, por ejemplo, conocer las principales características demográficas y socioeconómicas de la población que reside en el territorio nacional y sus condiciones habitacionales. Además, será clave para saber cómo cambió la estructura de la población desde 2010 hasta ahora.
Más allá de la utilidad de las encuestas periódicas o específicas y otras técnicas de recolección de datos primarios, es el censo de población la fuente principal de información demográfica y socioeconómica que facilita la elaboración de indicadores de desarrollo, proporciona bases para preparar estimaciones de natalidad, mortalidad, migración y del crecimiento de la población, según diversos atributos, por regiones y otras proyecciones derivadas.
No solo para el Estado nacional el censo es importante. También lo es para provincias y municipios que tienen ahí un insumo valioso para la planificación estratégica y la prestación de servicios básicos. Esto es importante porque la mayor parte de la producción de bienes y servicios públicos se realiza en estas instancias subnacionales (aunque desde el ámbito académico equivocadamente miremos más lo que pasa a nivel nacional).
El esfuerzo que realizará Argentina para conocerse a sí misma a través del Censo Nacional constituye una inversión importante cuyos resultados deben contribuir a delinear el perfil de nuestra sociedad en este momento crítico por el que estamos atravesando, a reconocer y examinar procesos de cambio social y a imprimirles dirección e intensidad a éstos por medio de la planificación.
(*) Diego Pando. Doctor en en Ciencia Política y de la Administración, Facultad de Sociología y Ciencia Política, Universidad Complutense de Madrid, España. Editor General de San Fernando Nuestro y Zona Norte Ambiental.
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