by Manuela Herrera | 3 de abril de 2023 3:15 PM
Por Elisabeth Möhle
Novedades del IPCC: cada vez menos margen. Causas de la ola de altas temperaturas y la peor temporada sin lluvias en el campo. Implicancias sociales y económicas. Vivir en ciudades es sufrir el calor. Cómo adaptarnos.
Según la Bolsa de Comercio de Rosario, este año Argentina perderá cerca de 19.000 millones de dólares, unos 3 puntos del PBI. De acuerdo a algunas consultoras, esa caída podría ser todavía mayor (5%) debido a los parates que se darían en muchas industrias que necesitan de insumos importados para producir y que, por faltante de dólares, van a tener más complicada la importación.
Por si los números te dicen poco, le pregunté a Juanma Telechea, autor de #Rollover, el news sobre economía de Cenital, si me ayudaba a dimensionar estas cifras. Me dijo: “Para tener una dimensión del impacto que va a provocar la sequía, pensemos que todo el gasto que realiza el gobierno en términos de la Asignación Universal por Hije (AUH) y los distintos programas sociales asciende al 1,8% del PBI”. Es decir, estamos ahí nomás de perder dos veces la AUH y otros programas sociales. O más.
El dinero no es todo, pero como ayuda
Hace unas semanas se presentó la síntesis del nuevo informe del IPCC (el panel internacional de especialistas en cambio climático). Para entender sus principales mensajes y qué significa para el futuro de nuestro país, hablé con Azul Schvartzman, licenciada en Ciencias Ambientales, exdirectora de Cambio Climático de la provincia de Buenos Aires y actual coordinadora de operaciones en América Latina y el Caribe para Climate Tracker.
¿Cuáles son los principales resultados del nuevo informe del IPCC?
Más que nunca es muy contundente respecto de la situación crítica en la cual nos encontramos y a la cual vamos si sostenemos la trayectoria de emisiones. Si se cumplen todas las promesas y las políticas climáticas que están sobre la mesa en todos los países, vamos hacia un calentamiento de más de 3 grados. Es más, si ves el gráfico que ellos presentan mostrando las diferentes trayectorias de emisiones posibles, en realidad el camino actual se abre a un cono muy grande porque no está claro por un lado cómo vamos a implementar estas reducciones ni por el otro cuántos puntos de no retorno (como la destrucción del Amazonas o el derretimiento del permafrost) se pueden activar generando efectos sinérgicos que aumenten todavía más las emisiones y el calentamiento.
Sin embargo, lo que recomienda el IPCC como límite seguro es 1.5°C, ¿qué hace falta para alcanzarlo?
Según el reporte, todos los sectores económicos tienen que reducir a la mitad sus emisiones para 2030 para lo cual hay que tener en cuenta 3 puntos.
Otra cosa que dice el informe es que ya alcanzamos un calentamiento de 1.1°C y para 2035 llegaríamos a 1.5°C. Entonces la pregunta es, si este es el panorama global, ¿explica lo que estuvo pasando en nuestro país este verano?
¿El cambio climático tiene la culpa de todo?
Le pregunté si la sequía y la ola de calor eran responsabilidad exclusiva del cambio climático a Leandro Díaz, climatólogo, licenciado y doctor en Ciencias de la Atmósfera por la UBA, actual investigador del CONICET sobre la variabilidad y atribución del cambio climático sobre Sudamérica.
¿Qué causó el fenómeno de sequía que vivimos este verano en Argentina?
Las condiciones climáticas de este verano respondieron a distintos factores, que actuando en conjunto, pueden activar sinergias para generar estas situaciones más extremas.
En primer lugar, el fenómeno de La Niña, que se dio por tercer año consecutivo (lo cual ya ha sucedido, pero no es lo más frecuente), fue el principal contribuyente a generar condiciones de muy bajas precipitaciones en gran parte del país, provocando una de las sequías más intensas de las últimas décadas. Esta situación se puede ver agravada según cambios en la cobertura del suelo o en su manejo, que pueden generar mayor exposición de los suelos ante el déficit hídrico.
Si bien, no es clara la señal del cambio climático para explicar la sequía, sus consecuencias se ven agravadas por el fuerte aumento del calor extremo, que si puede ser atribuido al calentamiento antropogénico (N. de la R.: producido por el hombre).
¿Y el calor?
Existe una tendencia en nuestro país, y en el mundo, a mayores temperaturas en promedio y, en particular, a que se den eventos de calor más intensos. Estas tendencias podemos asociarlas principalmente al calentamiento global. Por ejemplo, en un estudio reciente se encontró que la ola de calor de principios de noviembre fue 60 veces más probable (y casi 1.5°C más intenso) de lo que hubiera sucedido en un mundo sin cambio climático.
Si bien estas son las tendencias que explican estos cambios, sabemos que no ocurre lo mismo todos los años y eso tiene que ver también con la variabilidad natural en distintas escalas. Por ejemplo, las anomalías de circulación asociadas al fenómeno de La Niña contribuyen con olas de calor en nuestro país. Asimismo, para el fenómeno ocurrido en las últimas semanas, la Oscilación de Madden-Julian, un fenómeno de escalas semanales, tuvo una actividad muy intensa y persistente en la fase que favorece el predominio de condiciones muy cálidas para nuestra región.
Es decir que fue una combinación de cambio climático, la Niña, manejo de ecosistemas y este fenómeno semanal que mencionás. Uno asumiría que no se da esta combinación fatídica todos los años, ¿qué podemos esperar para los próximos veranos?
Debido al calentamiento global esperamos una tendencia al aumento de las temperaturas en nuestro país y, también, al de los fenómenos extremos de calor más intensos, duraderos y persistentes. Sin embargo, no tenemos mucha certeza de qué va a pasar en cada verano en particular, ya que ahí entra en juego el comportamiento de la variabilidad natural. Por ejemplo, en este momento el fenómeno de La Niña se está apagando. Con respecto a la precipitación, es todavía más incierto prever lo que pueda suceder en el futuro y depende en mayor medida de la región del país que se considere.
El calor y la vida en las ciudades
Al impacto económico y ambiental se suma que una enorme mayoría de argentinos y argentinas (¡más del 90%!) vivimos en ciudades y allí la ola de calor se sufrió muchísimo.
Para saber un poco más, hablé con Nicolás Gallardo, abogado, maestrando en Gestión Ambiental y especialista en ciudades, sobre particularidades que hacen los veranos tan insufribles en la Ciudad de Buenos Aires.
¿Sufrimos más el calor en las urbes o es una sensación?
Un estudio reciente midió que la temperatura promedio de las ciudades argentinas es superior a la de las zonas no urbanizadas del país, tanto durante el día como durante la noche. Esto sucede por varios factores. Veamos.
La urbanización es una de las formas más extremas de cambios en el uso de la tierra. La remoción de cobertura vegetal y de cuerpos de agua y su reemplazo por nuevas superficies, impermeables en su mayoría, alteran el funcionamiento de los ecosistemas que antes contribuían a reducir las temperaturas.
Luego, la construcción necesaria para albergar tantas personas significa muchos edificios, pavimento e infraestructura construidos con materiales como el hormigón, la piedra y el cemento que retienen el calor. Además, estas superficies son impermeables, lo que significa que no absorben el agua ni permiten que pase perdiendo así parte de su aire acondicionado natural. Asimismo, la altura de los edificios (necesarios para aumentar la densidad y hacer un uso más eficiente y sustentable de la tierra) bloquea el viento y atrapa el calor, impidiendo que este circule.
Todas estas características de las ciudades contribuyen a generar lo que conocemos como “isla de calor”. Las ciudades no sólo se sienten más calurosas, lo son. Retienen el calor durante el día, y lo liberan por la noche.
Fuente: Cenital
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